I. AMAMOS
Amamos para completar lo que nos
falta.
Amamos para saldar las cuentas con
nuestro pasado.
Amamos para encontrar una persona
sobre la que podamos colgar nuestros sueños. Ese príncipe y esa princesa cuya
imagen recibimos de nuestros padres, de nuestro entorno y que vamos alimentando
diariamente.
Amamos para completar ese abismo de
nuestras camas y el espacio insondable de nuestras casas, el infinito de
nuestra existencia.
Amamos para rellenar nuestro vacío
interior.
Amamos para sanar nuestra herida
narcisista y la profunda herida de separación que conlleva nuestro nacimiento y
nuestro proceso de individualización.
Amamos para recibir.
Es un error.
Nadie puede rellenar nuestros vacíos
y sanar nuestras heridas de separación.
Amar es un acto de generosidad y de
comunicación.
Supone dar más allá de nosotros mimos
y poder callar para escuchar la voz profunda del otro.
Amamos para complicarnos la vida,
para dar un salto más allá de nuestra comodidad y nuestro egoísmo.
El amado, la amada es una mano que se
adelanta. Es un trampolín que te lanza más allá, donde nunca te atreverías a
aventurarte tú solo.
No está aquí para hacerte la vida más
fácil o más cómoda – aunque pueda producir estos efectos- . Está aquí para que
te arriesgues, para que te atrevas a ir más allá.
Si no sientes el vértigo del riesgo,
de lo desconocido, no estás amando.
Si no eres capaz de abandonar tu rincón
tranquilo a otros espacios por descubrir no estás amando.
Si no puedes perder, no estás amando.
Si pretendes asegurar tu vida, no
estas amando.
Si no eres capaz de callar y
escuchar, no estas amando.
Si en su presencia, no fluye tu verdad
más profunda, no estás amando.
Si no estás dispuesto a arriesgarlo
todo, no estás amando.
Hay otras formas, otros sentimientos.
Podemos querer a quien nos acompaña,
nos escucha, nos apoya, nos hace la vida más fácil, más cómoda o más segura.
Queremos como agradecimiento a lo que
estamos recibiendo.
Pero ese sentimiento no nos trasforma.
Amar a alguien es una oportunidad. Un
billete hacia el infinito. Elegimos entre la seguridad o el viaje a lo profundo.
La vida respeta nuestros miedos,
nuestra seguridad, nuestra comodidad.
Las oportunidades pasan.
La vida espera el momento en que la
soledad, la desesperación o el despego te lleven a la estación.
Es emocionante sentir que tus pies dejan de tocar el
suelo. El viaje comienza