jueves, 24 de octubre de 2013


XVIII. TODO HABLA.

Hay un momento para el silencio y la soledad. Nacer, morir es un proceso solitario. Interiorizar el conocimiento y la experiencia y transformarlo en consciencia es un proceso individual e intransferible que hacemos dentro de un reverencial silencio, en un claustro de soledad.

Hay otro momento donde todo te habla. Solo necesitas estar abierto y ser capaz de escuchar con respeto y devoción y todo te habla. Ese extraño al que no conoces de nada se acerca y te cuenta su vida, sus reflexiones y sientes que la vida se comunica contigo a través de sus labios.

Recuperas la línea, la comunicación con el sentido de lo que hay más allá y todo lo que contemplas vuelve  a tener un sentido.

La consciencia te rescata y vuelve a cogerte la mano y a conducirte como un niño que, por un momento dejo jugar solo en el parque.

miércoles, 23 de octubre de 2013


XVII. SILENCIO:

Algunas veces te callas para escuchar la voz de tu conciencia.  Añoras la voz de Dios que pronunciaba tu nombre entre las cosas y sin embargo, sólo escuchas silencio.

Como si hubieses llamado a un número equivocado, como si la línea estuviese ocupada.

En ese momento el silencio es total. Ni siquiera un zumbido.Solo el eco de tus llamadas resonando entre la conciencia. El vacío que muestra sin pudor la más absoluta soledad.

Echas de menos la voz, la presencia, la compañía. Has de seguir andando sin ayuda. Las tinieblas a tu alrededor.

¿Por qué Dios nos deja solos? La libertad suprema conquistada en la exquisita soledad.

No hay señales en el camino. Caminas como un niño, sin ver donde conduce el sendero.

Te sientes responsable de no ver. Responsable de haber perdido la voz, la comunicación.

¿En qué momento te separaste? ¿En qué momento abandonaste la senda y te perdiste?

La soledad del hombre que ha perdido la divinidad, que ha sido expulsado del paraíso. Angustia del hombre que clama y espera ver. Paciencia del ciego que espera ser curado. Oración al infinito.

Seguir andando sin confianza. Esperar. Esperar su perdón.

lunes, 14 de octubre de 2013


XVI. SEPARACIÓN.

Nuestra consciencia individual, escindida de una consciencia universal tiende al regreso. Dispuesta a recordar el camino de vuelta y enriquecida por el proceso vital, volver a fundirse en esa consciencia cósmica universal.

No toda la consciencia regresa de forma fluida. El proceso no siempre es fácil. Existe una tendencia a la disgregación, a la separación de la consciencia. Este factor es visible en las manifestaciones negativas de nuestro mundo. En lo que vulgarmente llamamos: el mal.

El mal no existe por sí mismo. No sobrevivirá eternamente. Es una resistencia a la unión última, a la redención en la conciencia universal.

Pero al igual que el agua no puede ser detenida indefinidamente por nuestras manos, la consciencia tiende a fundirse en la corriente universal de consciencia. Encontrará el camino. Aunque nos separemos y odiemos. Aunque nos sintamos sólos y culpables. Aunque nos resistamos al amor y la consciencia que habitan nuestro interior. Sólo retrasaremos el camino. Haremos más arduo el aprendizaje. Necesitaremos más experiencia.

Estamos abocados a la sabiduría y al amor. Estamos destinados al aprendizaje y la apertura.

El mundo tiende a confirmar nuestros deseos. Nos apoya en nuestras peticiones, aunque estas sean inconscientes y no estén expresadas. Conviene ser consciente de nuestros patrones profundos, de nuestros modelos de vida aprendidos en la infancia. Ser consciente de la energía con la que llegamos a la vida. Incluso de los modelos sociales que dominan a tu alrededor. Simplemente para evitarte dolor, resistencia, gasto energético.

Paralizamos energía y consciencia cuando nos quedamos aferrados a las cosas o a los sitios, a las relaciones.  Quedamos anclados cuando no perdonamos y quedamos resentidos… Entonces una parte de nuestra consciencia queda bloqueada y una cierta energía queda desligada del caudal general y alimenta un sentimiento negativo que se enquista y queda aislado.

Hay personas han basado tanto tiempo de su vida en este tipo de energía enquistada que, desprenderse de ese bloqueo es como renunciar al sentido de su vida y al tiempo que han alimentado estos sentimientos.

Pero la consciencia universal tiende a rescatar toda la energía disgregada. Existen un grado de atracción interno entre la consciencia. Las consciencias elevadas tienden a atraer consciencia y energía. Se convierte en imanes, en catalizadores. Los espacios y los grupos donde se medita, donde se respira de forma consciencia tiende a liberar energías y consciencia. El proceso es imparable y liberador.

jueves, 10 de octubre de 2013


XV. ANGUSTIA DE SEPARACIÓN:

El gran drama en el que se debate el hombre moderno. El principio de todos sus males. La herida irreparable que nos hace fracasar una y otra vez es la angustia de separación.

La escisión primigenia y sus múltiples consecuencias.  La primitiva fractura de una fragmento de consciencia que quedo separado de esa consciencia universal y quedó encarnado en un fragmento de materia orgánica sobre la tierra.

La repetición una y otra de esa experiencia dolorosa de partida. El nacimiento. El túnel negro que nos separó de la paz  húmeda del útero. Los primeros manotazos y el corte del cordón umbilical. Sostenernos en brazos y dejarnos sobre la cuna en una repetida sensación de pérdida.

La pérdida de la infancia: del tiempo infinito donde únicamente importaba el juego sin fin. El abandono de la ingenuidad y la fantasía. El progresivo mutilamiento que comporta convertirse en un adulto.

El abandono de la familia para sumergirse en un mar de juventud, en la que sientes que tienes toda la vida por descubrir. Cuando crees que el mundo lo han creado para ti.

Dejar los estudios y aumentar nuestro grado de responsabilidad. Dejar a los amigos, sin los que pensaste que no podrías sobrevivir. Convertirte en alguien lo suficientemente serio y aburrido que genere la confianza suficiente para detentar un puesto de trabajo.

Superar la asfixia mortal de la ruptura del primer amor. Seguir viviendo sin entender ni el cómo ni para qué continuas respirando. Sentir las entrañas rotas y tener que mantener la sonrisa en el trabajo.

Sentirte mil veces perdido y seguir viviendo sin saber muy bien por qué.

Sentirte dividido entre lo que quieres hacer y lo que puedes hacer, entre lo que te gustaría decir y lo que puedes decir correctamente.

Sentirte escindido entre mente y sentimiento. Entre el deseo y la realidad. Entre el pecado y el placer. Entre el cuerpo y tu espíritu. Como un vaso que se rompe y miles de pequeños fragmentos  y continúa golpeándose indefinidamente.

Y quizá, entender o intuir o tal vez esperar que sea el único camino. Que tras la separación infinita que nos hace olvidar la unidad de consciencia con la vida de la que surgimos, está el encuentro. Que solo a través de un proceso de desapego infinito, en un proceso de limpieza, de lividianidad, está esperando la unión. El regreso ligero, sin cargas, sin compromisos, sin ataduras a la luz de la que procedemos. Cuando ya no queda nada a lo que atarse y sólo permanece inalterable la consciencia interior llamándonos a un vuelo desnudo hacia la luz.

miércoles, 9 de octubre de 2013


XIV: SIEMPRE HAY UNA DECISIÓN MÁS ELEVADA.

En todos y cada uno de los momentos de nuestra vida tomamos decisiones.  Decisiones aparentemente intrascendentes unas, importantes otras. Todas y cada una de las decisiones que adoptamos en nuestra vida suponen una posibilidad de aprendizaje y de aumentar nuestro nivel de consciencia.

Siempre existe una decisión que aporta más que otra. Una decisión más madura, que se adentra en tu camino de conocimiento. Da igual que sea más o menos importante. Lo fundamental es que las adoptes con un grado de apertura mental y de consciencia personal.

No importa lo nimias o intrascendente que parecen. Son un paso en tu camino. Al final del mismo todas y cada una de las grandes losas y de piedrecitas te ha conducido allí. Un primer reconocimiento de tu consciencia estriba en saber valorar  las pequeñas cosas, en poder dar la importancia que se merece a todo lo que nos rodea.

Para adoptar una buena decisión es importante parar nuestro dialogo interno. Quedarnos en blanco y suspendidos en la vida y esperar que ella la voz que nos conduzca. A veces, es difícil encontrar ese espacio para la introspección  dentro de nuestra vida cotidiana, cuando estamos trabajando o rodeados de personas y parece que se nos exige un grado de prisa en nuestras respuestas.

Pero debemos de sustraernos a esta prisa que parece un requisito para la vida. Está bien constituirnos en una semilla de calma, de paz en el mundo cotidiano. Al igual que la prisa tiene el poder de extenderse como una mancha de aceite. La calma y la paz tienen un profundo poder de conectar con la calma y la paz que habitan en cada uno de nosotros, con la consciencia que habita en cada elemento que nos rodea.

Una vez detenidos, siempre llega una voz que tiene la claridad verdad y de la consciencia. No nos obliga a seguirla. Muchas veces no nos apetece hacer lo que nos dice, no tenemos ganas o se nos olvida. La voz no nos obliga. Podemos avanzar al ritmo que deseemos. Estamos abocados a llegar, a aumentar nuestra consciencia al final de nuestras vidas.  Pero el tiempo que tardemos en llegar lo elegimos nosotros. Elegimos un ritmo.  Elegimos a veces avanzar e incluso periodos en los que retrocedemos. No importa. Llegaremos.

Sólo que cuando nos hemos dejado llevar por cualquier otro motivo ajeno a nuestra consciencia, no tardamos en darnos cuenta. Encontramos un vacío en la acción. Una sensación cercana al absurdo en lo que hacemos. Nos dividimos, nuestra mente está en un lugar y nuestros sentimientos en otro. La pérdida de unidad es una consecuencia palpable de una decisión no consciente.

Relájate. No hay culpa. La vida no es una línea, sino una trama que se entrelaza y cuyos hilos cambian de dirección superponiéndose. Avanza lento y llegaras lejos. El tiempo es un bucle y la paradoja existe. Escucha.

viernes, 4 de octubre de 2013


XIII. TODOS TENEMOS UN PLAN:

Desde nuestra infancia.  Desde el nacer de nuestra consciencia todos tenemos un plan de vida.  Un mapa de nuestro camino a desarrollar. Las líneas maestras de nuestros objetivos y de las acciones necesarias para llevarlo a cabo.

Dicho plan no dibuja necesariamente el éxito en nuestra vida. De alguna manera, nacemos con una carga emocional y energética determinada. Por otro lado, en los primeros años de nuestra vida somos especialmente receptivos y damos por verdad todo lo que nos rodea.  Asumimos como absolutamente ciertos y verdaderos los mensajes conscientes e inconscientes, verbales y comportamentales que recibimos de nuestros progenitores y de nuestro ambiente más cercano. Somos incapaces de cuestionar y aceptamos todo como válido. Simplemente porque dependemos vitalmente de las personas que los emiten.  En función de estos aportes nos hacemos un plan de vida. Describimos el objetivo, el camino y la forma de recorrerlo.

Si en nuestro entorno hay cosas que no funcionan, las incorporamos como válidas en nuestro mapa del tesoro.  Si las relaciones entre nuestros padres no funcionan, si nuestra madre es superprotectora y castradora, si la culpa puede palarse o la falta de libertad y autonomía está presente, etc., quedan incorporadas al dibujo de nuestra trayectoria vital.

Invariablemente, tendemos a ser fieles a nuestro plan de vida. Si hemos incorporados elementos negativos y los hemos dados como válidos, producirán su efecto. Luchamos y trabajamos por conseguir algo que nos conduce al dolor y al sufrimiento.  Nos esforzamos por encontrar la felicidad y topamos con las mismas piedras una y otra vez. Nos sentimos frustrados y vitalmente cansados, sabiendo que el próximo esfuerzo nos conducirá a una situación parecida.

Por eso, es necesario poner consciencia en nuestro plan más profundo. Para desactivar las cargas de profundidad que están encerradas en él. Para evitar que nuestro trabajo y esfuerzo nos traiga la infelicidad. A veces no entendemos lo que nos pasa. Somos incapaces de comprender lo que falla. Nos implicamos completamente en construir una realidad mejor y todo lo que construimos tiene una grieta, un pilar que falla.

Debemos mirar adentro y contemplar – desde una neutralidad suficiente- los mensajes que se cruzaban a tu alrededor, en tu infancia. Cómo se trataban entre si tus padres, como reaccionaron a tu llegada, que frases comunes y repetidas expresaban sobre el sentido de la vida y la justicia del mundo. Conforme puedas recordarlas y relacionarlas con tu camino de vida, podrás hacerte consciente y empezar a reducir el poder de creación que encerraban. De alguna manera, han ido condicionando tu existencia y tus posibilidades de ser feliz. Has mantenido una fidelidad a tu pasado que te limita.

Libérate. Pon conciencia a los mensajes y modelos del pasado y dejan que partan.  Aflora tu plan inconsciente de vida y serás libre para comenzar a crear una realidad distinta.  Sé libre de tu pasado. Vive con plenitud.