MORIMOS MILES DE VECES.
No morimos una sino miles de veces.
Cada una de esas muertes es necesaria.
Incluso durante cada una de las vidas, la muerte es necesaria.
La muerte es necesaria para liberarnos del ego y sus miles anhelos y de las consiguientes historias en que nos embarca y nos adentramos.
El ego necesita ser querido, ser imprescindible, tener amigos, tener dinero, fama, poder, cumplir sus distintos objetivos tanto materiales como inmateriales.
Tras una aventura, tras un desengaño, junto a los deseos de revancha te impele hacia nuevas aventuras, nuevos desafios.
Mueres muchas veces cuando sientes el desgarro, el dolor de la perdida de los seres queridos, de la seguridad, de una vida comoda envuelta en todo aquello que deseas merecer.
Perdemos para no acomodarnos. Para no quedarnos envueltos en la satisfacción momentanea de sentirse querido y seguro. Perdemos para no apegarnos. Para que nuestra alma pueda volar y conectarse con la conciencia universal.
El dolor es el cuchillo que rompe el apego.
El ego siempre pugna por reconstruir y tener, es imposible luchar contra él.
No tiene sentido luchar contra él. Sólo podemos aspirar a distanciarnos poco a poco, a contemplar su desazón y sus luchas cada vez más lejanos como contemplamos un niño que se empeña en montar una bicicleta demasiado grande.
Pobre ego, pobre lucha inutil, incompleta, frustrante, innecesaria.
La consciencia esta más allá. Como una luna que brilla más alla de las nubes de tormenta. Cumulos y nimbos que se entrecruzan en una danza infinita.
martes, 9 de septiembre de 2014
jueves, 22 de mayo de 2014
XXIII. AGRADECE
XXIII. AGRADECE:
Una de las claves para mantener tu
conexión con tu yo más profundo, que es lo mismo que decir con la vida que te
rodea es agradecer.
Cuando eres capaz de agradecer cada
uno de los pequeños actos con los que la vida te dona. Cuando puedes ser
consciente de la inmensa suerte de estar vivo, de ser consciente, de haber sido
capaz de sentir amor, de sentir la brisa del aire en la piel. Cuando puedes
volver la vista al cielo y descubrir una nube blanca como si fuese la primera
vez, después de meses de no mirar al cielo y agradecer ese formidable espectáculo
que puedes contemplar como si fuese sólo para ti y das las gracias, entonces
eres afortunado.
En ese momento eres merecedor de la
vida, de la consciencia y del amor. En ese momento saldas tu deuda. En ese
momento estas en paz con lo recibido. En ese momento eres digno de seguir recibiendo.
En ese momento no robas, sino que eres colmado con lo que te mereces y atraes
el bien a tu vida. En la medida en la que tú te comprometes, la vida y la
consciencia lo hacen contigo. Tu iniciativa siempre genera un reflejo positivo
al otro lado.
Se siempre lo más generoso que puedas
ser. Ayuda siempre que te tengas la suerte de hacerlo. No mires hacia otro lado
cuando puedas responder. No te excuses con frases hechas ni razones manidas. Déjate
ir cada vez que puedas acompañar, apoyar o simplemente estar.
Había una hermosa historia en la que
el protagonista dejaba una moneda en cada sitio en el que había sido feliz.
Ojala tengas que cambiar billetes con frecuencia para responder a la
generosidad de la vida.
jueves, 8 de mayo de 2014
XXII: ERES TODO LO FELIZ QUE TE ATREVES A SER.
XXII: ERES TODO LO FELIZ QUE TE
ATREVES A SER.
Eres todo lo feliz que puedes
imaginar.
Eres todo lo feliz que te atreves a
ser.
Eres todo lo feliz que tu valentía se
atreve a conquistar.
Eres todo lo infeliz que el miedo te
impide.
Eres todo lo infeliz que tu
desconfianza te condiciona.
Eres todo lo infeliz que tu seguridad
te proporciona.
Cada paso que das te conduce a algún sitio.
Siempre hay una decisión
importante, una incertidumbre total
entre la consciencia y otra cosa.
La felicidad es un subrayado, la
confirmación de que estás haciendo lo que debes,
Que ese paso que has dado te acerca
un poco más a ser consciente.
No hay nada malo o bueno
Solo acercarte o alejarte.
Atreverte o detenerte.
domingo, 4 de mayo de 2014
XXI. EL RITMO DEL DESPERTAR:
Tú marcas el ritmo de tu propio despertar. No hay metas
ineludibles. Objetivos obligados.
Avanzas por el camino del desarrollo de tu consciencia
cuando ante cada situación que se te presenta, adoptas la decisión de la máxima
confianza y generosidad que en ese momento puedas alcanzar. Ante cada decisión
que se te presenta hay distintas alternativas. Opciones que van desde el pánico
extremo ante algo que puede salir mal y hacerte el máximo daño posible y por
tanto exige tu máxima defensa, hasta un
cierto grado de confianza en el mundo y en la vida. Esta posición de confianza
se desarrolla, crece a medida que la reforzamos y a veces sufre algún tipo de
revés que consideramos totalmente injusto. Ese tipo de revés ofrece un
aprendizaje sobre nuestros miedos profundos y refleja nuestro pánico a dejarnos
llevar y cuidar.
Cuando puedes confiar provocas una respuesta en el mundo que
te rodea de confianza, de cuidado. Los niños son grandes confiados, grandes
inocentes, grandes ingenuos. La ingenuidad es un valor que te acerca a lo
divino. A un mundo consciente que te cuida. Poder conservar la ingenuidad como
un tesoro, te acerca al mundo de los ángeles.
Aunque sea paradójico, es difícil dañar a alguien ingenuo y
confiado. Aunque creas que puedas reírte de él y engañarte. En el fondo, te
estas riendo y haciendo daño a ti mismo. La vida, la consciencia cuida de los
que confían. Establecen un vínculo con él.
Cuando adoptas una posición de control y defensa, es una
ficción que consume cada vez más tu energía. Nunca puedes controlar todo, defender
todo lo que has construido a tu alrededor. La vida suele superar tus mecanismos
de control, más aun si asumes que todo terminará con la muerte, con la aparente
destrucción total ¿Dónde pondrás las barreras?.
Partimos de una posición de protección y defensa enseñada y
adquirida. Tus padres han procurado que te cuides y que desconfíes. Te han
transmitido sus miedos. Desde esta posición vas tomando decisiones, deja que
esas decisiones incluyan un cierto riesgo, una cierta confianza en la vida y el
devenir. La vida te protegerá y devolverá la confianza en una consciencia
expandida que va más allá de tus límites individuales y se acerca a una
consciencia universal.
XX. TENTACIONES:
La tentación no se aproxima en la mano de un diablo de hirsuto
pelo rojo.
La tentación nos acecha en cada pequeña decisión que tomamos
en nuestra vida cotidiana. La tentación nos espera tras cada pequeño acto en
que nos provoca una inmediata y casi inconsciente respuesta negativa.
Cuando un amigo se nos autoinvita a nuestra casa de la playa
y se instala durante varios días y llegamos a pensar que nos utiliza como un
hotel, provocando en nosotros la emergencia de la consciencia de todos los momentos
en que tuvimos que luchar por unos recursos escasos. Recuerdas los retazos de
consciencia de cuando fuiste el menor de varios hermanos y tenías que luchar
por una comida y un afecto escaso. Y
puedes olvidar que ahora te puedes permitir la generosidad de albergarlo en tu
casa grande y que no te está quitando nada. Que la sensación de injusticia es sólo
el recuerdo de experiencias o de vidas pasadas.
Cuando hacemos la comida y nadie se levanta a recoger la
mesa y vuelves a sentirte como el niño del que todos se aprovechaban y caes en
la tentación de albergar un sentimiento negativo que no se corresponde con tu
realidad actual, porque ahora eres grande y nadie te obliga y no te impones
nada, sino que puedes levantarte y hacer eso porque te apetece y puedes no
levantarte si no te apetece y ver qué pasa.
Todos albergamos dentro de nosotros un arsenal de agravios pasados.
Todos en algún momento de nuestra dilatada existencia de células, enlaces y
materiales que hemos formado parte de planetas, astros, minerales, animales y
personas hemos sufrido dolor, escasez, soledad, incomprensión, muerte. Es una
mochila que invariablemente nos acompaña en un lugar de nuestra consciencia
profunda.
Miles de actos cotidianos nos provocan el estímulo necesario
para conectar con ese dolor profundo y antiguo. Miles de veces tenemos la
oportunidad de sentirnos agraviados, objeto de afrentas, objeto de injusticias
y conectamos y nos sentimos las victimas perfectas, justificadas y eternas.
Sólo a través de ese prisma se pueden entender las enormes
trifulcas que puedes tener conduciendo el coche con otro conductor
extraño. Solo así puedes entender la
batalla cotidiana por dejar el tubo de dentífrico abierto. La terrible revancha
y castigo de dioses que esperas tras una ruptura afectiva. El drama
culpabilizador con el castigamos cuando caemos en una soledad no querida.
Pero puedes distanciarte de reaccionar de forma espontánea a
esos estímulos que pululan a tu alrededor. Puedes ser consciente de que justo
en este momento eres un adulto fuerte, con poder sobre tu vida y tu destino.
Capaz de tomar tus propias decisiones y totalmente responsable de tu vida.
No hay nadie a quien achacar nada. Tu expareja – la que
ahora puede maltratarte, o al menos puedes percibirlo así- fue elegida por ti.
Tu elegiste al amigo que se invita a tu casa, tú has elegido el trabajo que ahora
te sobrepasa. Tomaste esas decisiones un día y si ahora no son positivas para
ti puedes decir que no y simplificar tu vida.
Tu vida no tiene que tener todo lo que aprendiste que era
imprescindible para una vida Toda vida no tiene porque estar llena, completa de
elementos que creías necesarios: pareja, amigos, casa, coche.
Lo único imprescindible es el camino hacia tu ser interior,
aprender a conocer, comprender y querer ese pequeño fragmento de eternidad que
eres tú: tu consciencia.
sábado, 22 de febrero de 2014
XIX
DIOS HABITA DENTRO.
Damos muchas vueltas buscando la voz de Dios sin
encontrarla. Desarrollamos multitud de actividades en esta búsqueda. Realizamos cursos, meditaciones, charlas,….
Aprendemos técnicas, viajamos, hablamos. Visitamos lugares sagrados. Oramos
ante imágenes piadosas. Retenemos objetos, los investimos de distinto
significados. Buscamos el lado sagrado en el otro. Recibimos la sabiduría del
maestro…
Buscamos fuera de nosotros la voz de Dios. Quizás por ello
tardamos en encontrarla. Tal vez por ello, andamos tan agotados mentalmente.
Puede que el cansancio extremo nos lleve a la rebeldía, incluso a renegar de
él.
La voz de Dios reside dentro de cada uno de nosotros, solo
tenemos que escucharla. Separarla de las otras voces, de los ecos de las voces
que nos enseñaron, las expresiones usadas por nuestros padres, maestros. De las
voces de nuestro ego. De las voces del dolor provocado por nuestra lucha por
sobrevivir en un mundo cada vez más complejo y no siempre humano.
Se trata de simplificar la comunicación. De crear el
silencio suficiente en nuestro interior. Ser capaz de silenciar la tecnología en
sus múltiples apariencias. De alejar por momentos a los demás, incluso los muy
queridos. De atrevernos a sentirnos solos y esperar.
Quizás cuando nos hable la pasamos desapercibida. Esperamos
los grandes mensajes, las grandes verdades.
No esperamos la pequeñez en la voz de Dios, las cosas que hemos sabido
siempre. Renegamos de él cuando no nos ofrece la llave de la felicidad, del
estado de paz absoluta, de mensaje del más allá.
Pequeña e ignorada voz de Dios.
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